a veces tan solo te llaman.
Se enrojecen sin verte
tiritan y después se apagan.
Me abrazo sola,
apretando mis entrañas,
como una faraona
en un sarcófago que es
mi cama.
Tantos días, tantas horas
ausente,
y ahora que aquí está,
ni siquiera me presta
las palabras.
Oídos sordos, zumbidos
que ahuyentan a cualquiera,
gritos en la noche y
laberintos sin grietas.
Añoro tus rizos,
tus suaves manos
tu triste mirada
y el roce de tus labios.
Los sueños no llegan
y mientras,
me mimo y me abrazo.
Abrazo mis días,
que se van volando,
abrazo mis horas,
y mis arrugas abrazo
Dedicado a Quique