22.2.06

INOCENCIA CONSENTIDA

Realmente estoy guapa en esta foto, muy guapa. REX, el fotógrafo de la calle del Rey, me martirizó durante horas para que pareciera lo que en realidad era por aquellas fechas: una niña inocente y guapa. Casi captó el brillo del alma en la mirada. Siempre lo he pensado así.
Ahora que tengo más arrugas, que soy menos guapa y menos inocente, me veo rara, ¿donde están mis dientes? ¿porqué no sonreía?. El fografo insistía en que mirase hacia un lado mientras me deslumbraba con innumerables focos. Yo oía lo que decían los mayores, sentía como picaba el peluquín que mi madre me había puesto bajo la toca de la cabeza para darle más apariencia y equilibrio a la figura, me retocaba una y otra vez el fequillo ese, que parece tan natural...

La foto era parte de un exquisito reportaje fotográfico que me regalaron días después de mi comunión.
Agradezco esta foto porque me hace ver una parte de mí ahora y pensar cómo es una parte de mi hija. Los hábitos de los niños de comunión son aún hoy en italia, como aquel que yo utilicé y que era una herencia de mi hermano.