27.3.06

Lo que yo quiero, muchacho de ojos tristes...

Nunca unos versos me importaron tanto, como los que escribo
cuando pienso en tus ojos tristes. Unos versos te debo, aunque
sea solo porque desempolvando canciones (al tiempo que oigo
a Sabina), desentierro emociones.
Será esa barba naciente,
despuntando quereres,
será ese morbo contenido.
Serán tus manos suspendidas,
que con urgencia
quiero aferrarlas.
Serán tus cabellos
que desde aquel día
al viento bailan.
Serán las luces resplandecientes
que desde tus ojos me guiñaban.
Será quizás esa blanca camisa
que a limpio azahar olía, o esos
pesarosos ojos,
que se escondían,
bajo una voz apasionada.
Será como estas palabras
que tu recuerdo quiebra y que
no puedo ahora coordinar.
Será que espera aún
suspendido,
ese quemazón.
Será que soñé,
hacer una aparición
en la tienda que a las
puertas de Troya se escondía,
antes de que endosases
el negro peto de batalla,
para poder rozar así,
como si fuera posible,
invisible tu cuello,
y luego tu espalda.
Aunque sean estos los últimos versos que me arrebatas,
nunca pasará esa triste mirada, nunca los deseos
que me han atacado, pasarán. ABPG