26.6.06

Estatuas romanas paseando por la playa

Ha llegado el sol, el calor, y para mí afortunadamente la playa. Me gusta ir a al mar porque se agradece un chapuzón, un paseo, el juego, la lectura de un buen libro (Estoy ahora con Verga, del verismo italiano) y la observación. A los italianos se les acaba su fashion en bañador, aunque siga siendo de marca. He apreciado un defecto común en sus cuerpos, que no tienen los españoles (que digo yo que tendrán otro). Los brazos de los italianos no guardan armonía con la estructura de sus cuerpos: son exageradamente delgados o cortos, o las manos desproporcionadas para sus hombros y cabeza. Es el defecto que yo vi siempre en las estatuas cálsicas de la antigüedad. Los romanos hacían los brazos caídos, artificiales, superpuestos respecto al resto del cuerpo; algo que yo interpreté como un mal comprensible, dado el estadio de evolución artística y escultórica de la época. Los modelos de dichas estatuas eran italianos, y ahora ya entiendo.