1.4.08

Soy una niña.

Creo que tengo once años, he retrocedido otros tantos y me siento contrahecha.
Soy una niña de once años que es feliz mirando el mar. He pasado mi primer verano en Cádiz, estoy más gorda de lo habitual. Me siento feliz: radiante porque he progresado en el colegio; en los juegos tengo la compañía de mi hermano y mi primo, con los que quiero ser mayor. Mi hermana aún juega a las muñecas pero también quiere ser mayor. La luz del sol baña mis pequeñas pecas y las transforma en sombrías; mi blanca piel se vuelve ocasionalmente rojiza y luego mate... Soy una niña pequeña que juega con la arena y con la luz del sol. Si soy feliz y quiero ser mayor ¿porqué me siento triste? no es lógico.
Nunca pensé que las madres pudieran sentirse niñas pequeñas.