La cabeza me pongo de nuevo
sobre los hombros,
y los sentimientos ordeno.
Huyo veloz, pero luego vengo...
y me pongo la cabeza
como quien endosa un sombrero
en días de fiesta.
No es imaginado
mi mundo real.
Me pongo la cabeza
sobre los hombros,
sacudo mi falda,
y en mi solapa, prendo
una flor con jarrón.
A pasearme por tu vida
me invitas, lo mismo voy.
o lo mismo te digo adiós.
¿Rompieron algunos cobardes
los cristales de la poesía
para no verse reflejados ?
Es posible, yo lo decía
en el párrafo anterior. ABPG