La vida no se compone de bondades ni de personas buenas. Quitando dos días al año, como el de Reyes, y cualquier otro "día de...", solemos pensar tan solo en nosotros, sin importarnos a quien nos llevamos por delante. Esa práctica habitual en todos quienes presumen pertenecer a la fauna humana, conviene hacérselo comprender pronto a los niños, porque ellos no son completamente humanos hasta la mayoría de edad; mejor enseñarles lo que ocurre, a HACERLES CREER Y ESPERAR dulces cosas de otros. La moral cristiana, como cualquier utopía que se precie, enseña no obstante lo contrario: la bondad del perdón, la naturaleza sacrificada y el amor al prójimo. No sabemos en qué punto, ese "amor al prójimo", se convierte en una falacia. El engaño hay que localizarlo, conocerlo y saber defenderse de él, con la cortesía de la ironía o de la respuesta rápida. LA INOCENCIA CONSENTIDA, es un engaño que merece sostenerse solo, hasta la pubertad.ABPG
