17.12.06

Los zampamáquinas (zampamachinas)

El término es incorrecto tanto en español como en italiano, pero yo tengo libertad de prensa. Me refiero a las relaciones zampacoches o zampapersonas, si utilizo una analogía entre ambos. Y lo hago, porque ocurre como cuando estoy en una maquina de lavado de coche, de las que tienen al menos tres o más etapas:
Primero, siento desde el interior, que llega la lluvia de espuma: suave, burbujeante, blanquecina y amable. Es el primer baño y no existe ningún riesgo. Yo no me mojo, y me dispongo a disfrutar como cuando te dan un masaje.
Después viene la lluvia de agua fria, de momento el habitáculo se mueve, y empiezo a sentir una cierta inseguridad. Es el momento de la incertidumbre y la duda. Quiza no haya sido apropiado meterme en este berenjenal, no lo necesitaba mucho, mi "machina personal" quizá no tenía tanta necesidad.
Tercero: pesados tentáculos se aproximan a mí y se alejan luego amenazándome, parece como si fuera la vaquilla y me quieren torear; pero más que eso es que no miden bien las distancias y me van a embestir de verdad, mucho más que yo como vaquilla pudiera hacerlo. Quisiera llamar a alguien para que me saque de aquí; mi habitáculo no es tan seguro, se desplaza como un muelle de acá para allá; suben y bajan y se aproximan demasiado a mí, no conocen las distancias de seguridad; me van a romper el parachoques, y luego no voy a poder hacer ná. ¡Mi espejo!, ¡que se lo llevan!, ¡que le retuercen y mueven demasiado!, Espero que todo esto termine ya.
Cuarto -aunque yo no se que es la última etapa, pues en este tunel no veo el final-, grandes extractores metálicos me vuelven a embestir, pisoteandome, subiendo por encima de mí, apareciéndo por todos lados...al fin el agua se seca y puedo salir de allí.


Así son muchas de las relaciones humanas, y yo diría que definen a la perfección las laborales. Me dicen que todo tipo de relaciones laborales, pero yo en realidad eso no lo puedo decir.

...Al fin salgo, y meto dudando la primera, luego la segunda, vuelvo a atarme los zapatos, hasta que puedo meter la tercera, me sacudo las manos, sonrío y... las gotas de agua que las tenazas zampamaquinas no han podido secar, imagino que el viento las secará. Yo no me pienso parar a hacerlo.