20.6.07

El mosquito. Fragmentos

Si has oído el revoloteo de un mosquito, su zumbido persistente, su bajada empicado como la de un caza nazi en tiempos de guerra, es que uno, basta con uno, te ha picado. Cuando se oye un ruido semejante, estás perdido, mejor cobijarse, porque sabes que al final va a pasar lo anunciado: te va a succionar como quien no quiere la cosa, parte de tu sangre.
Así son algunos, de los que frecuentan la institución, con ellos, una vez que deciden atacar, no hay posibilidad, aunque te pongas a rezar letanías, te recubras de ajos, hagas cruces al cielo con cara angustiosa. Y la verdad, lo mejor es no hacer nada. Y es que ya se ha visto en ocasiones emplear la estrategia de la parálisis: tu te quedas quito como si te hubieras muerto, y lo más probable es que pasen junto a tu simulado cadáver, te arranquen las cruces de valor, y se las cuelgen como medallas.
No hay nada peor en la institución, que declarar las intenciones a alguno
, porque nunca se sabe si va a despertar el vampiro dormido, en forma de mosquito impertinente.