12.5.08

El fenómeno Chikkki



Tal vez solo será cuestión de que hagamos un poco el ridículo con el fenómeno Chiki, que ha hipnotizado con su guitarrita a muchos españoles y sobretodo a los niños como el del cuento de Hamelin.
Recuerdo las noches de Eurovisión cuando era niña, sentada en el suelo del salón de la casa de mis padres, compartiendo esa afición con mi hermana Gelu. Muchas de las canciones que nos tragábamos eran simplemente porquería, otras eran un producto ideado especialmente para un certamen como aquel. Luego llegó la consciencia de que ese tipo de premios y certámenes no interesaban a una españa progresista que se codeaba con hermanos ricos. Por supuesto los concursos latinoamericanos dejaron de verse y leyendas como la de Julio Iglesias, no volvieron a repetirse en ninguno de ellos.
Eurovisión lo asociábamos siempre a esa señal molesta del televisor con la rueda de colores y música de fondo, cuando la tele dejaba de emitir, algo que hace ya años no ocurre por estas latitudes geográficas.
Con el Chiki se ha recobrado la esperanza, aunque sea del esperpento y de la risa. No me enrojece decir que yo voy a verlo este año, aunque sea el ratito en que el paria sale, porque quiero verle el traje y el amago de coreografía (espero que no sean las chicas de las patillas bailando). Quiero ver también las caras del resto, cuando empiece a entonar sus primeros acordes. Yo tengo ilusión por ver la pantomima, la actuación. ¿Que no es todo sino pantomima?. Me parece mejor salir haciendo el tipo, que vender un producto-tipo eurovisión, nada definible por otro lado. Si estuviera allí, me iría con una guitarra eléctrica, con acordes desentonados... y agitaría las manos para animar al primo.
Suerte, Chiki... ganar no ganas, pero no vas a ser olvidado, aunque sea por la sonrisa que estás arrancando de nuestro desencajada cara de europeos del norte.