Verte antes de morir,
y mientras tanto,
entrenar mis labios
y oirles decir:
también te quiero a tí.
Sobre tu boca
quisiera lanzarme,
pero los ríos
no saben de olas.
Quisiera ver
esos bellos esterninos,
que parecen las ondas del cielo
balanceándose en lo alto,
pero aun hoy no han llegado.