Ninguna certeza. Nada más que la tierra es tierra,
el frío es frío, como el calor en otro tiempo lo fue.
Ninguna seguridad, nada más que mis hijos lo son
y que igual que nacimos, tendremos que morir.
No hay seguridad, solo deseos en los que pensar...
vidas suspendidas, que se fueron y que no volverán.
Los ángeles de transparentes alas, nos visitan en estos días.
Hay más de uno volando por ahí y yo necesito contarlo,
necesito también graznar o piar, o agitar mis propias alas.