15.11.06

Universidad re-activa o retro-activa

¡Universidad española....!, ¡Es para llamarte abiertamente a la rebelión!; sin embargo tus profesores se debaten entre contagiar al alumnado el conocimiento característico -ambiguo, cambiante- o mostrarse abiertamente insurrectos de tu configuración.
Los modos y formas, la gestión, la producción irracional y a destiempo, son las causas actuales de la insatisfacción patente, entre el profesorado.

No hace falta ser muy crítico para percatarse de la situación. Basta con ser partícipe del propio sistema que te obliga a hacer a destiempo, contando al milímetro lo que hasta la fecha no contaba.
En 1999, cuando no había doctores suficientes en la Universidad nos llegó un ultimatum: "o terminas en dos años, o tus créditos de doctorado no cuentan". Eso era como decirte que te equiparabas al resto del alumnado egresado, solo que con algún año de experiencia.
Los crédulos lo creyeron y centraron su producción en sus tesis, pospuestas por años, precisamente por lo que consideraban hasta la fecha un "saber académico de calidad". Los crédulos no pudieron después descontar los créditos que representaba hacer una Tesis, aún manteniendo al tiempo los niveles de calidad; tampoco pudieron acumular otros méritos, que hubieran resuelto una acreditación, que hoy, siguen sin tener.
Al principio de los 2000 la Universidad anunció que se debía participar en la gestión de los centros. ¿Como? -preguntábamos- Siendo tu presencia significativa, asistiendo a comisiones y a reuniones diversas, que tu participación en la vida política podría valorarse -respondieron. Muchos se apuntaron al carro, olvidando otras cosas como excelencia docente y Tesis.
Los que primero fuimos crédulos, ahora nos mostramos no creyentes, pero en el 2005, la anunciada promesa se cumplió; pudimos ver así, la contradicción del propio sistema: los que no eran doctores eran premiados restando créditos docentes, en cambio los doctores tenían los de siempre, es decir daban más clases.
Los que participaron en la gestión política de los centros, en definitiva se beneficiaron, con informaciones, con reducción horaria, colocaron horarios a su antojo y decidieron sobre el particular; se pudieron beneficiar así mismo de otras reducciones horarias, porque aún continuaban haciendo sus tesis, y por tanto la reducción fue por partida doble.
En definitiva, fueron premiados por el sistema, los trepas-escurridizos que asistieron a las reuniones en su propio beneficio, y que ni siquiera se habían parado a pensar en su producción científica.
Hoy nadie cree a la Universidad, excepto aquellos trepas-escurridizos que no fueron creyentes cuando debieron serlo.

La omnipresencia de lo administrativo y burocrático entre las tareas docentes, es hoy un hecho, que resta tiempo para otro tipo de trabajos. Está tan bien pensada la gestión, que por ejemplo para advertir de una errata en los programas que oficialmente están en la red -y son por tanto de obligado cumplimiento-, tienes que informar a tus compañeros más cercanos -claro está-, luego a tu director de empresa -el departamento-, pasando antes a los administrativos los correspondientes escritos - escritos que no se elevan, escritos que no se resuelven, sino que te devuelven respondiendo que se debe tramitar el mismo asunto por el Rectorado -esto es, la Universidad-, por último, el escrito vuelve a la propia Facultad en donde se originó la errata. En estos trámites, se pueden tardar dos meses de media, sin haberse llegado en ese tiempo a resolverse.
Hemos subdividido en exceso las unidades decisorias, y es el profesor la pieza que menos decide, más informa de toda la cadena, quedando relegado a un status de escribiente absoluto, perdiendo su tiempo en tareas burocráticas. Hay otros muchos ejemplos que corroboran este argumento: la elaboración de actas, realización de programas en sus diversas tipologías, las nóminas por internet, los contratos programa, etc.
"Hágaselo usted mismo, y pierda tiempo, que luego será evaluado en su producción": ese es el lema.

En la carrera docente pendiente hasta el paroxismo por la producción, parece que las Revistas basadas en trabajos académicos del profesorado - la primera vía y mejor aproximación al trabajo docente-, son ya enviadas directamente a "Papelera". El trabajo anterior -voluntarioso y gratuito- de muchos profesores, es obviado y no hay quien desee sustentarlo.

A todo ello se une la participación desbordantemente optimista, en un Espacio de Educación Superior, también nos lo hemos creído -cuando muchos otros países europeos ni saben de qué va-, como siempre los españoles somos más papistas que el Papa. Pero aún eso, estaría bien si luego se contasen los méritos que hacemos intercambiando datos con otras universidades europeas, contactando y colaborando... parece ser que no.

¿Qué no has informado de tus méritos docentes porque no tuviste tiempo de hacerlo, estando tan centrado en las clases y el campus virtual?, "pues tú verás, no te va a contar"; ¿Qué no te has metido en ningún grupo de investigación, porque no satisfaccían tu curiosidad?, "pues tú verás porque eso cuenta"; ¿Qué no participas en los contratos programa porque no te identificas con ninguno?, "pues tú verás porque cuando haya que renovar ordenador no va a ser para tí".
Es la irracional forma de obligarte a producir y a participar.
Cuando cada uno de los no-movimientos del profesorado es evaluado, claramente se puede hablar de indefensión del profesorado y de no correspondencia entre objetivos y demandas.

Hoy no solo no cuenta lo que en otro tiempo fue importante, sino que no informar de ello, te descuenta. En esta re-activa universidad, ¿No habría que contar con efectos retroactivos?.

Pasamos el día inventando modos de participación del alumnado, completando nuestros esquemas pasa-purés al alumnado, dando nuestras clases -a las que no tenemos derecho de reducción-, para que luego te digan que además de no tener financiación, estás siendo devaluado. Pues señores, devalúenme.
¿Qué es esta Universidad?, ¿Donde está la que yo conocí, aquella que realmente producía cosas valiosas, con profesores que tenían espacio para investigar o para la docencia de excelencia, porque no realizaban esas otras funciones añadidas?.

La indefensión del profesorado, es una de las fortalezas con las que cuenta la Universidad, por algo no existen experiencias de protesta.

Ni para pensar tenemos tiempo hoy, y menos para rebelarnos.
¿Querría alguien formar parte de una universidad tan re-activa?