3.9.07

LAS COSAS DE MIS DÍAS

He estado mirando el blog de Julio Pérez (para más señas mi hermanacho), y compruebo muchas sorpresas, algunas de esperar... como el hecho de que su hija empiece a despegar.
Los años pasan, y en ese pasar se ve la resolución de las cosas, los resultados esperados y los no esperados, así como se vislumbran tarde o temprano los deseos.
Yo no tengo mucho que mostrar de mi verano este año, entre otras cosas porque aún sigo abriendo cajas y ordenando cosas; pero nada te acerca tanto al abismo como dar un paso con retorno al pasado abriendo una caja, releyendo apuntes personales de hace años, o encontrando un objeto que te recuerde a algo, ocultado y abandonado entre otras cosas. Yo, la verdad, no necesito hacer puenting... porque lo tengo muy a mano.
El abandono es un castigo que puede convertirse en una sorpresa. Las sorpresas tienen muchos sabores, pero los más amargos son los que en un momento determinado de nuestras vidas deseamos hacer y no nos atrevimos; es algo así como ese ajo que no apartamos ( que comimos) y que se vuelve a repetir una y otra vez durante todo el día.
Eso de osar o no, es una constante en mi vida desde que crucé desacertadamente la carretera cercana a mi casa y un coche me dejó en un hospital, tendida sin sentido durante un día. Aún aveces cojeo...
Si se abandona al azar una cosa por años y años, no existe creyente alguno tan fiel, que pueda volver a retomarlo. Porque recordar es una cosa y actuar es otra.

Por eso en estos días de tanto recuerdo y memoria, me empiezo a plantear de nuevo muchas cosas de mis días: entre otras el hecho de seguir o no escribiendo aquí, a cambio de dedicar más tiempo a mi literatura y lanzarme a publicar...
Oí decir a Delibes que la profesión de escritor va unida a la de periodista y que el periodismo es la gimnasia del escritor. Por eso hay que escribir a diario... pero es cierto que el tiempo es limitado y que tenemos que agarrarlo por los cuernos, bien haciendo las cosas que siempre deseamos hacer o bien abandonándolas por siempre, porque la certeza es el irreversible paso del tiempo. Las oportunidades no utilizadas no vuelven a presentarse por segunda vez ni siquiera disfrazadas; nunca volveré a estar en esa carretera a esa edad, ni volveré a cruzar por ese motivo... Por eso hay que ser radical con las cosas de nuestros días... tan radical como el tiempo lo es con nosotros o quizá mucho más porque el tiempo solo erosiona.
Hacer o no lo que deseamos hacer, debe ser claro y tajante, de lo contrario forma parte de los sueños y no de las realidades.