28.8.08

A La Fresquita...


Ayer me acerqué a "La Fresquita" porque me interesaba tanto el título como los autores que nos convocaban en el patio del convento de S. Francisco, que yo aún no conocía (otro motivo más para ir). El tercer motivo y más importante, fue que si asistía Luis García Montero, probablemente iría Almudena Grandes y efectivamente así fue, que aunque no soy fetichista, ni ella es mi fetiche, pues la admiro como escritora. Todos sabemos que aunque tengo alma de poeta, es mejor mi prosa.

El lema o título del encuentro de ayer era: Poesía y Periodismo, algo que realmente me atrae desde que empecé a consumir trabajos que relacionaban la Sociología con el Periodismo, y también desde que me dí cuenta de que tenía alma tanto de "poeta" como de periodista.
La noche transcurrió tranquila y relajante. Fue estupendo escuchar de nuevo a Téllez, al que no saludé por dos motivos: uno por no llevar sus gafas (por lo que me vería peor) y otro, porque decidí que no me reconocería, aunque hubiesemos coincidido más de una vez en el Pay-Pay leyendo poemas o similar. Téllez me hace pensar con su abigarrada descripción pictórica que hace tan natural y por los momentos de "gracia gaditana" que entre párrafo y estrofa mete.
Luego habló Jesús Fernández Palacios y me pareció un estupendo descubrimiento, pues no le había oído nunca.
Por fin intervino Luis G. Montero, que definitivamente fue el más sensato de los tres, no solo por lo que dijo, sino por los esfuerzos que puso al relacionar los dos temas (poesía y literatura), que nos habían convocado aquella noche tanto a poetas como a escritores y a pretendientes los que más, entre los cuales me voy yo a considerar.
Realmente, como dijo un amigo críticamente (y le llamo ya amigo porque estamos coincidiendo en eventos varios que nos seducen a ambos), se habló más de política que de literatura.

La pena de la noche, es que teniendo a mi lado a un amigo que hablaba animadamente con Almudena Grandes, no me atreví a interponer una triste aseveración o similar entre ambos, sino que más bien ahuequé el ala y dejé espacio entre yo y ambos. Una pena, porque me hubiera encantado charlar tranquilamente con ella. Y aunque ni lo hice, ni era mi objetivo, termino sospechando que no estoy tan lejos de estos escritoress como mi vista (aún no cansada) de mis libros.

Algo me llevo de ellos, cada vez que los leo... otra cosa será intercambiar opiniones tomando una cerveza a la fresquita en S. Francisco.