Nos damos asco (los que nos consideramos decentes y creemos ser todos), porque no hay docencia sin la decencia; acumulando, para tener méritos, incluso pujando por ellos; arrodillándonos ante lo que ayer criticamos; sacando pecho, por políticas y talantes de los que no estamos orgullosos, de los que simplemente carecemos. Nos damos asco y es que mendigamos, parece ser que dentro de un hermoso templo, donde en definitiva solo hay mercaderes. ¿Qué no haríamos en público por el cambio, aunque luego en privado nos resistamos a él?.
Queremos acumular méritos, como si se tratase de hacer compras compulsivas, de última hora, cuando han anunciado que faltan solo minutos para cerrar las tiendas....
La indecencia, la incompostura, la inmadurez de niños que corren tras caramelillos, infanitilmente tirados por pajecillos, que son luego en el suelo pisados, prácticamente machacados... Nos damos asco, de decentes, no tenemos casi nada.